(PD).- Hace unos días, el Senado rumano adoptó una ley que obliga a la radio y televisión a dar a conocer noticias positivas y negativas "en igual proporción".
Informan la Federación Internacional de Periodistas (FIP), Reporteros sin Fronteras (RSF) y el Organismo de Vigilancia de Medios (MMA) de Rumania de que el 25 de junio, el Senado rumano aprobó por unanimidad el proyecto de ley, que fue presentado por el senador Gheorghe Funar del Partido de la Gran Rumania (PRM) y el diputado Ioan Ghise del Partido Liberal Nacional (PNL).
Según este proyecto de ley, las noticias se deberán difundir "en proporciones iguales" de manera positiva y negativa "para mejorar el clima general y ofrecer al público la oportunidad de tener una visión equilibrada de la vida cotidiana, en lo sicológico y emocional".
La ley no menciona los criterios para clasificar las noticias en categorías positivas o negativas.
Las reacciones no se han hecho esperar:
"Es difícil pensar en una propuesta más absurda que una 'ley de buenas y malas noticias'," dice la Federación Europea de Periodistas (FEP). "Se trata de una interferencia política obvia en el trabajo editorial de los periodistas. No podemos entender la motivación de esta ley y pedimos al presidente Rumano que la vete".
RSF también criticó la propuesta y la comparó a leyes similares en regímenes autoritarios como Corea del Norte y China.
Según el MMA, un socio de RSF, el proyecto de ley infringe la Convención Europea de Derechos Humanos, un documento del cual Rumania es signatario. La convención otorga a toda persona el derecho a recibir e impartir información e ideas "sin interferencia de las autoridades públicas".
Apenas conozco la realidad sociopolítica rumana, pero de entrada suena muy fuerte la comparación con los regímenes de China y Corea del Norte. Está claro que es una interferencia en el trabajo de los medios, pero ¿no se están pasando algunos pueblos?
En otro orden, me gusta que salga el tema: necesitamos notícias positivas reales (absténganse los políticos), y me refiero a que la realidad en que vivimos no es ni tan deprimente como muestran algunos noticieros, ni la vida cotidiana está tan politizada como reflejan algunas cadenas. El periodismo debería comprometerse más con la realidad de lo que son los hechos, y renunciar a tesis construccionistas que apuestan por hacer verosímiles las realidades: ¡cómo engancha mangonear, manipular, imponer!