El mundo de la moda parece un juego de vanidades y sensualidad: flashes de las cámaras que ametrallan el desfilar impersonal de las modelos; iluminación y música envolventes, que crean esa atmósfera de glamour tan exclusivo. Y para no desaprovechar la oportunidad de saciar su ego: la foto de familia del Lagerfield o Versace de turno, rodeado de sus maniquíes.
En contraste con este mundo idílico de "gente guapa", irrumpe Toscani con las fotos de Isabelle Caro. Quiere crear debate, remover las conciencias adormecidas por el dinero y la fama. Oliverio parece que le quita la máscara al mundo de la moda. Sus fotos incomodan, molestan, exigen una respuesta a lo que denuncia, pero... ¿quién es él para asumir ese rol?
-Io non voglio creare polemica, responde el fotógrafo con aparente enojo.
Entonces?
-Io voglio sensibilizzare sui problemi del nostro tempo, agrega.
Ah, claro... es que Toscani es una ONG.
miércoles, 14 de noviembre de 2007
Escandalizar como negocio
Publicado por Jordi Pujol Soler en 12:43
Etiquetas: comunicación, ética, fotografía, moda, Publicidad
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